Elsa Luisa María Schiaparelli, mejor conocida como »la gran excéntrica», dedico su vida al arte en todas sus expresiones, llenó al mundo de la moda con una excéntrica elegancia que aún sigue haciendo eco y se convirtió en una verdadera leyenda sin comparación y con una destacada visión del mundo que plasmaba en la indumentaria.
El inicio de la leyenda
Schiaparelli nació en 1890 de padres cultos y de buena educación; su padre era académico y su madre una Marquesa, viviendo en un ambiente académico y cultural que la guio por el mundo del arte y la clase alta. Además, como su madre era Marquesa, Schiaparelli creció como baronesa con una posición económica acomodada que le permitió conocer y aprovechar lo mejor del momento para, años después, depositarlo en sus creaciones.
Elsa tenía un carácter fuerte vehemente guiado por las corrientes artísticas de la primera mitad del siglo XX, pues a sus 20 años poseía una enorme devoción por la poesía y el futurismo, llegando a publicar un libro de poemas que nombró Arethusa, algo que la llevó a estar en oposición con su familia quien se contraponía a esta clase de comportamientos de una mujer de clase alta. Debido a su comportamiento, sus padres tomaron la decisión de enviarla como dama de compañía a Inglaterra, decisión a la que ella se resistía, pero que la beneficiaría, pues una noche en Londres conoció al que sería su futuro esposo: el Conde Wilhelm de Wendt de Kerlor.
Tomar la decisión de casarse tan precipitadamente y en contra de sus padres, fue uno de los actos de rebeldía que más le costaría a Elsa, siendo ella una mujer joven y con un espíritu artístico que no comprendía a profundidad. Al poco tiempo de casados y al estallar la primera guerra mundial, los condes de Kerlor viajaron a distintas partes del mundo para evitar que él tuviera que prestar servicio militar y sortear las molestias de la guerra, finalmente llegando a Nueva York, lugar donde Elsa dio a luz a su única hija: María Luisa Yvonne Radha. En este lugar, es engañada por el conde con la bailarina Isadora Duncan, por quien la abandona y gasta toda su dote, dejándola sola, sin dinero y con una bebé en brazos.
Cansada de los engaños y desventuras de su decisión, opta por buscar trabajo, algo que no era fácil, pues era mujer y alguien que venía de una posición social alta, además, solo trabajaban las mujeres norteamericanas »sin clase». Aún así, empieza a dar sus primeros pasos en el diseño, logrando conocer a personalidades como Marcel Duchamp y Alfred Stieglitz, quienes la influyeron a empezar en el mundo de la indumentaria con su primer sweater; era negro con un lazo blanco que daba el efecto visual de ser una mariposa. Schiaparelli logró un reconocimiento muy alto cuando su sweater fue llevado por Anita Loos, pero pese al reconocimiento y la alta demanda que su primera creación generó, ella no consideraba que la moda y la confección fueran un camino, hasta que conoció en 1922 a la persona que la impulsó definitivamente para dejar fluir su creatividad: el mítico diseñador de moda Paul Poiret.
Primeros Pasos
En 1927, Schiaparelli toma el impulso de abrir su primer tienda enfocada en la practicidad y la soltura de la moda norteamericana: fácil, útil y rápido. Conceptos que hoy en día no se le pueden aplicar a la marca, ya que el título de excéntrica no se le adjudico únicamente por su personalidad, pero en sus inicios fue precursora del prêt-à-porter, un concepto que no se conocía hasta ese momento y con el que Coco Chanel también luchó.
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El éxito definitivo no llegó hasta que lanzó su primer traje de noche, un novedoso modelo largo que estaba combinado con una chaqueta tipo frac. Este diseño se empezó a viralizar entre la población parisina, llevándola a abrir una nueva tienda frente al Hotel Ritz en 1935 y adentrarse en el mundo de la alta costura, marcado muy fuertemente por su particular estilo que estaba empezando a ver la luz.
Shocking, el estilo Schiaparelli
Ya consolidada como una personalidad y diseñadora de moda, Schiaparelli logra el reconocimiento de Vogue y sus piezas empiezan a salir en numerosas portadas de la revista, llevándola a ser reconocida en todo el mundo por su peculiar estilo, un estilo impactante por el cual las personas de la época abandonaron a personalidades como Chanel, su rival más cercana y a Jean Patou.
Como sabemos, la palabra Shocking del ingles tiene más significados que impactante, es sorprendente, escandaloso, chocante e incluso aterrador y todas estas definiciones se aplican a las piezas de arte que Elsa Schiaparelli decidió crear. Dependiendo del punto de vista de quien los vea, la colaboración más exitosa, fructífera y visual que ha tenido la historia de la moda, a opinión de esta redactora, es el dúo de Schiaparelli y Salvador Dalí, el padre del surrealismo. Durante los años dorados de esta vanguardia, juntos desbordaron su creatividad en indumentaria, sombreros, zapatos, teléfonos y en todo lo que consideraran que se podía intervenir como una obra de arte.
Schiaparelli nos abrió la mente a ver las prendas como obras de arte o lienzos en blanco que pueden ser intervenidos para quedar en la posteridad.
Precursora del branding y el arte de estampar
En nuestro tiempo, es normal ver textiles con piezas gráficas magnificas que nos hacen soñar con lo plasmado, pero en la primera mitad del siglo XX, decorar un textil a tal magnitud era algo muy difícil y poco común que generaba mucha disrupción con el ambiente, pero a este punto, sabemos que Elsa fue la Reina de la disrupción, llegando a intervenir artísticamente la mayoría de sus textiles en forma de bordados o pintura con naturaleza, animales, obras de arte o lo que se imaginara.
Pero los textiles no era lo único que intervenía, su habilidad y buen ojo la llevaron a crear sus propios botones, broches, ojales, aretes, gafas, zapatos, etc., logrando un nivel de personalización y misticismo en sus piezas que la elevaron al título de gran excéntrica. Llevó el surrealismo y el naturalismo a todas las posibilidades del mundo de la moda y es lo que hoy en día consideramos como un elemento fundamental del branding: crear una historia en torno a una marca, siendo ella la protagonista.
Wallis Simpson y su amor por Schiaparelli
Gran parte de la popularidad de Schiaparelli, se lo debe a la Duquesa de Windsor, Wallis Simpson, puesto que solía llevar sus creaciones en su diario vivir y en varías sesiones fotográficas, llegando a convertirse en su gran musa. Uno de los momentos más memorables e icónicos de la moda, fue cuando llevó el vestido de langosta creado por Schiaparelli y Dalí en una sesión fotográfica por Cecil Beaton para la revista Vogue.
»El vestido de langosta que llevó Wallis Simpson muestra el poder de la innovación, el empoderamiento sexual en una mujer y el impacto que el arte y la moda pueden tener» – Ann Shen
Shocking Pink, Shocking Elegance y Shocking Life
»Su extravagancia, su garbo de cuna y su gran vida», eran las palabras que Schiaparelli utilizó para describir la palabra Shocking, un color rosa intenso patentado por ella y que es constante en la casa de moda desde que lo creó. Antes de ceder el puesto de directora creativa, podemos encontrar este color en su última colección de moda y en la autobiografía que se dedico a escribir antes de fallecer en 1973.
Shocking es la palabra que describe a una persona y Shocking es Elsa Schiaparelli, la persona, la leyenda y la casa de moda.
En la actualidad, la casa de moda es dirigida por Daniel Roseberry, un joven diseñador que le dio vida nuevamente a la histórica marca Schiaparelli y que era famosa por su elegante extravagancia, rescatando la esencia de Elsa y su pasión por siempre ser diferente, elegante e impactante.
Diseñadora de moda, gestora de moda y redactora.